Si
bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente
amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean
admitidos como adoradores del Mesías, el término griego
μάγος,
(mago),
no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros. Se utiliza,
en este caso, para referirse a
hombres sabios
(así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más
específicamente,
hombres de ciencia.
De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6).
Es usualmente aceptado que estos magos pertenecían a la religión
zoroastrista.
San Mateo nos deja ver que eran astrólogos que conocían con precisión el
movimiento de la estrella (2:7). Aunque bien intencionados, su visita es
causa de turbación general y despierta la desconfianza de Herodes (2:3),
pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de
haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que
averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de
poder, así, acabar con su potencial competidor. Los sabios, que no
sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y
mirra (2:11). Un ángel previene a los Reyes de las intenciones que
Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él. Iracundo, el rey
manda a matar a los niños menores de dos años. Para entonces, José ha
sido avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, tanto la Iglesia Católica como las personas en
general han ido elaborando una leyenda sobre los hechos y la
personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real
leyenda
Los nombres y número de los Reyes Magos
festividad (día en que se celebra)
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